Son
las cinco de la tarde, doña Emilia, mira su reloj, y se dispone a recoger sus cosas
para retirarse a su casa, su jornada laboral ha terminado; “el camino a casa es
largo, estoy cansada y se hace noche”, ella vive a un kilometro de la casa en
la que trabaja haciendo las labores domesticas, y lo hace para sostener a su
familia, prefiere caminar en la mañana para llegar al trabajo y nuevamente al
salir, para retornar a su hogar “pues cualquier peso que me ahorre, sirve para
algo más”.
Trabaja
en una casa quinta con extensos jardines, piscina, y una casa muy grande, a
pesar de eso el sueldo que recibe apenas le alcanza para sobrevivir, por eso
para ahorrar tiempo y dinero, prefiere arriesgar su seguridad, e incluso la
vida al cruzar la barranca que pasa cerca a su lugar de trabajo, la barranca es
un río que la mayor parte del año tiene un caudal muy bajo, y que en la
actualidad se encuentra completamente contaminado por desechos biológicos e
industriales.
El
verdadero problema resulta cuando empieza a caer la noche y Emilia sale de su
trabajo y de nuevo pasa por la barranca, “algunas veces si me he llevado mis
sustos, luego salen animales del monte, o luego uno no sabe quien lo puede
estar esperando”. Por el sector la presencia de las autoridades es poca, y los
rumores de asaltos y violaciones que han ocurrido en esa barranca se han
incrementado en los últimos años.
La
entrada del camino improvisado, por el que transita la gente, está llena de una
hierba alto que no permite ver nada, al internarse en este monte, se camina
sobre tierra resbaladiza, y se empieza a ver basura por el piso, después de
varios pasos, se encuentra el río, con poco caudal pero con una gran fuerza en
su corriente, el agua tiene muy mal olor, y es completamente turbia,
inmediatamente se nota el alto grado de contaminación en la que se encuentra,
ya que en las bajadas ay mucha espuma, entre
las raíces de los árboles se observa la basura enredada, que la corriente
al aumentar con las lluvias lleva con fuerza, el agua fluye todo el tiempo,
pero en las horas de intenso calor su olor se hace más penetrante y menos
tolerable, desde que se interna uno en la barranca siente las picadas de los
zancudos que abundan, porque esta agua se ha convertido en un criadero del
mosquito transmisor del dengue, pese a esto es sorprendente como por ahorrarse
unos minutos, las personas se arriesgan a pasar por allí.
Hay
que saltar entre las piedras y apoyarse en la basura acumulada para no mojarse,
y hacerlo rápido para dejar circular a los demás, y permanecer el menor tiempo
posible en este horrible lugar. Además de la exposición a residuos tóxicos,
toda clase de insectos, perjudiciales para la salud, también están los riesgos
de sufrir un robo, una violación o cualquier otro tipo de agresión ya que el
lugar se presta para que los delincuentes se oculten, cometan sus actos de
vandalismo y huyan sin ningún problema
Luego
de estos minutos que transcurrieron lentamente pareciendo horas, para atravesar
el río, se pasa otro pastizal y se sale a un callejón, desolado y oscuro, que
comunica con la calle principal que permite continuar el rumbo, es así como
Emilia, da gracias a Dios, porque hasta el momento no le ha sucedido nada, pero
vive con la incertidumbre que día a día tiene que continuar con su travesía,
pues ni las autoridades ni el gobierno intervienen para sellar definitivamente
el paso o acondicionarlo apropiadamente para que lo puedan utilizar los
habitantes, pero mientras se interesan por solucionar este conflicto apremiante
para la comunidad, es muy alto el riesgo que se debe correr por ahorrar ya sea
tiempo, dinero, o distancia.
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